“Los guanches no han muerto”

Acaban de publicar Guanches ayer, hoy canarios, un libro que se lee como el gran relato de una colectividad, tal como explica en el prólogo el catedrático de Filología Española Juan Manuel García Ramos, que define a su autor, Francisco García-Talavera Casañas, de 71 años, como un intelectual comprometido desde siempre con su tierra. El escritor y geólogo-paleontólogo no esconde su pretensión de que su obra, que a lo largo de 313 páginas recopila una cuidada selección de artículos académicos y de opinión, se convierta en un libro de consulta obligada.

-En este libro plasma muchos años de estudio. ¿Qué busca con su publicación?
“Ni más ni menos que una llamada a la unidad de los canarios. En él hay herramientas para fortalecer la identidad del pueblo que somos”.

-El título parece una declaración de intenciones sobre la pervivencia de los guanches.

“Sí, porque no ha habido una ruptura desde el punto de vista bioantropológico. Los guanches no desaparecieron, se ha producido una transición hasta hoy”.

-Pero, ¿la historia no los da por desaparecidos?

“En absoluto. Los estudios de genética molecular son contundentes. Se aprecia en el ADN mitocondrial, que es el más utilizado para comparar la genética de poblaciones. Es un ADN más certero que el nuclear porque tiene la particularidad de que solo lo transmiten las madres. E indica que, después de la Conquista, quedaron una mayoría de guanches”.

-¿Cuántas familias hay con genes guanches?

“En los últimos 15 años, entre el 40 y el 70% de los canarios cuyas familias llevan aquí dos generaciones de padres y abuelos isleños tienen genes guanches. Precisando algo más, yo me atrevería a decir que más del 50% de los canarios autóctonos son descendientes de los pobladores de antes de la Conquista. La Gomera es donde más genes guanches han quedado”.

-¿Por qué se habla tan poco de ellos en la tierra que habitaron?

“Porque hay a quien no le interesa que nos identifiquemos. Pretenden hacernos ver poco menos que todos descendemos de los castellanos, sin reparar ni siquiera en que la influencia portuguesa, a nivel antropológico, es casi mayor”.











-Pero ¿no cree que se ha podido hacer algo más en las Islas por intentar romper ese cierto olvido?
 
“Está claro que hay un déficit enorme de contenidos canarios en los colegios, institutos y en la propia universidad. No se enseña la historia del Archipiélago, y sobre los guanches pasan de puntillas. Hay que empezar por ahí. Para reivindicar nos falta conocimiento. Se han desaprovechado demasiados años de Gobiernos nacionalistas. Nuestro pueblo no tiene la conciencia de nación que tienen en el País Vasco o Cataluña”.

-Tampoco tenemos idioma…

“Vascos y catalanes sí lo conservan y ha sido clave para avanzar en esa conciencia. Nosotros tuvimos la desgracia de perderlo. La Conquista aplastó la cultura guanche y nuestra lengua ancestral desapareció, aunque se habló en el sur de Tenerife hasta mediados del siglo XVIII. Bethencourt Alfonso conoció en el Valle de San Miguel habitantes que aseguraban que sus abuelos hablaban guanche”.

-O sea, que las últimas huellas están en el Sur.

“Después de la Conquista, la franja entre el Valle de Güímar y la comarca de Isora era territorio guanche, al igual que la cumbre entre La Orotava y el Sur. No les quedó más remedio que integrarse y acabaron mezclándose con los nuevos pobladores, pero esos genes se perpetuaron”.

-¿Qué queda de la lengua de los antiguos pobladores de Canarias?

“Quedan palabras, como perenquén, baifo, tabaiba, tenique…; también apellidos: Bencomo, Baute, Tacoronte, Guanche, Oramas, Tarife y Chinea, que son los más significativos; y topónimos: Abona, Adeje, Anaga, Chimisay… hasta 67 de un total de 197”.

-¿Qué nos falta por saber?

“Pues bastantes cosas que desconocemos. Por ejemplo, sobre su organización social, aunque sí está documentado que tenían reglas claras y un gran respeto a la mujer. También que adoraban al Sol y la Luna. Se regían por ellos para hacer sus calendarios”.

-¿Qué tradiciones se conservan hoy, más de 500 años después de la Conquista? 

“Bailes como el Tajaraste, el Sirinoque, el tambor de La Gomera y El Hierro, y también el baile del sol, la purificación de San Juan, el Beñesmén y el baño de las cabras, entre otras”.


-¿Es correcto emplear el término guanche para referirnos a los antiguos pobladores de todas las islas?

“Sí, es un nombre genérico para todos, aunque en Gran Canaria se ha cuestionado en los últimos años, pero hay menciones evidentes: la necrópolis de Gáldar, una de las más importantes de la isla, se llama la Necrópolis de La Guancha. Hay más ejemplos: uno de los principales barcos de vela latina de Las Palmas de Gran Canaria se llama Pueblo Guanche. Y hay un equipo deportivo que se llama los Guanches de Arucas”.

-Usted deja bien claro en el libro que hay que reivindicar ese término…

“Ya va siendo hora de llamar a los antiguos habitantes de las Islas por su nombre. Parece que se ha puesto de moda evitar la palabra guanche y referirnos a ellos como aborígenes o indígenas”.

-Sus estudios fueron decisivos a la hora de conocer sus características físicas. ¿Cómo eran?

“Medí huesos de más de 500 individuos en una veintena de necrópolis y demostré que los guanches eran más altos de lo que se pensaba. En el caso de los varones, siete centímetros más, hasta 1,71 de media. Las mujeres tenían una estatura de 1,57. Son medidas que estaban por encima de la media europea”.
-¿De dónde procedían?

“Según mi hipótesis, eran antiguos libios, es decir, habitaban la franja que abarca todo el Magreb actual hasta el río Nilo. Cuando comenzaron a llegar a Lanzarote y Fuerteventura ya eran un pueblo mestizo, había una mezcla, incluso con subsaharianos, aunque pequeña. Pero el grupo dominante era el bereber tipo libio”.

-De todas formas, la cultura guanche ha tenido poco recorrido historiográfico si la comparamos con otras civilizaciones que han despertado un interés mayor.

“No se ha valorado una cultura muy especial que evolucionó en este archipiélago durante alrededor de 2.000 años con ligeras diferencias entre islas. Hay aspectos muy interesantes. Torriani hablaba de que los antiguos canarios construían embarcaciones hechas con troncos de madera de drago y velas cuadradas de hoja de palma trenzada para desplazarse entre las islas. No eran trogloditas como nos quieren hacer ver. Tenían su cultura y su organización. No estaban en la Edad de Piedra”.

-¿Cuántos guanches murieron durante la Conquista?

“Se calcula que cerca de 100.000, más del 70% de ellos habitaban en Tenerife y Gran Canaria”.

-Hubo célebres batallas, entre ellas, la de Acentejo, en el norte de Tenerife, que hoy da nombre a dos pueblos de la comarca: La Victoria y La Matanza.

“La batalla de Acentejo se ha minusvalorado. Las tropas españolas no tuvieron un descalabro así en América. Sufrieron entre 700 y 800 bajas. Hay que reivindicar esa contienda y no solo por los grupos independentistas. Forma parte de nuestra historia y tiene un argumento de película. Es nuestro Braveheart”.

-Diversos historiadores sostienen que franceses y alemanes cometieron un auténtico expolio con las momias guanches. Hoy hay restos de antiguos pobladores de Canarias en París, Cambridge, Montreal, Alemania, Madrid…

“Sí, el expolio se produjo, sobre todo, en los siglos XVII y XVIII. La momia de Madrid estaba hasta el año pasado en el Museo Nacional de Antropología, que no reunía las mejores condiciones, y ahora está, parece que con mayores cuidados, en el Museo Arqueológico Nacional. Es difícil rescatarla porque en Madrid consideran que fue un regalo a Carlos III. Cuando la vi me emocionó”.

-Usted se ha recorrido la Macaronesia. Además de Canarias, conoce los archipiélagos de Azores, Madeira, Islas Salvajes y Cabo Verde. Islas relativamente próximas pero muy distantes a la vez… 

“Nos falta más cultura sobre la Macaronesia porque no nos comunicamos. Nos unen muchas cosas: nuestro origen volcánico, la posición geoestratégica, una cultura más o menos común y la influencia portuguesa. Aunque hay que recordar que la Macaronesia, que empezó siendo un término botánico, también incluye una amplia franja costera desde el sur de Marruecos hasta casi Senegal”.

-¿Cuál ha sido la huella portuguesa en Canarias?

“Los portugueses se quedaron con el resto de los archipiélagos macaronésicos y tuvieron una influencia enorme en la conquista de Canarias. El primer cultivo aquí fue la caña de azúcar y vinieron de Madeira a trabajar”.

-Esa influencia se aprecia en los apellidos. Usted lleva 15 años investigando y ha detectado más de un centenar procedentes de Portugal.

“He contabilizado 130 apellidos portugueses enraizados en Canarias. Hay más que castellanos, lo que revela la importancia de su presencia después de la Conquista. Algunos han sido castellanizados, pero hay muchos y muy comunes por aquí como Abreu, Borges, Camacho, Coello, Dávila, Dorta, Fraga, Padrón, Ramos, Rivero, etc.”.

-Terminamos en sentido contrario a cómo empezamos. Subrayaba al principio que pretende que su libro ayude a unir Canarias. ¿El pleito insular tiene solución?

“Ahí picamos en el anzuelo que nos echan desde fuera los que aplican el divide y vencerás. Una de las cosas que hicieron los castellanos después de la Conquista fue desarraigar. El pleito no tiene ningún sentido y menos ahora, que el término provincia ha quedado relegado, desdibujado por completo. Tampoco comparto que se diga la isla de Tenerife, la isla de Lanzarote, la isla de La Palma… porque traslada una idea de aislamiento de cada territorio. Por eso reivindico el concepto de Archipiélago, que sí nos define”.

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